Fractal
Del fr. fractal, voz inventada por el matemático francés B. Mandelbrot en 1975, y este del lat. fractus 'quebrado'.
1. m. Mat. Objeto geométrico en el que una misma estructura, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas y tamaños. U. t. c. adj.
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Eso animal tuyo me desconcierta. Nunca pensé que utilizaría esa palabra para algo así.
Esa forma animal inexplicable de pensar más rápido que yo que soy siempre el más rápido en todas partes.
Esa forma cuasi fractal de abrir caminos simultáneos. De construir alternativas. Probablemente no sepas qué significa fractal.
Da igual. Ahora sé que no me necesitas para llegar a entenderlo y que adoraría tu explicación a la vez inexacta y precisa. Literatura, lo llamas mientras bebes una cerveza con gusto a ron.
Entraste allí, toda tú, curvas y contracurvas. En esa sala. Entraste en el plano, invadiéndolo entero. Rebosándolo. Todos nosotros equivocados equivocándonos. Intentando impresionarte siendo el que más sabe de todos.
Tu colmillo afilándose a medida que nos ibas viendo llegar, lentísimos, a la conclusión.
Esa sonrisa que empieza siempre en el fondo de tus pupilas. He aprendido a identificar esa chispa inicial y a rendirme en cuanto aparece. Rendirme por completo. Pero aquel primer día tu chispa de guasa encendió la mía rabiosa de ganador que va perdiendo y mi rabia despertó a la fiera que marca los límites de cada juego.
También aprendí en aquel momento a no despertar cierta fiera, no tentar ciertas formas de suerte.
Tu colmillo se escondió enfadado. A veces, cuando te enfadas así eres solo una mujer aburrida.
No hay nada más peligroso que aburrirte. Y te aburren quienes te creen tonta.
Te aburrí y me destrozaste para enseñarme un mundo mejor, a un ritmo distinto.
Tirada en aquella silla, mirándote el lunar del hombro derecho esperando paciente y displicente mientras nosotros seguíamos lentos avanzando por el razonamiento. A mi la cabeza ya se me había pasado de revoluciones cuando te incorporaste en el punto justo en que supe que tenías razón desde el principio. Y que no necesitabas más que mi mirada de reconocimiento para volver a la risa.
Pues a eso me refería. Pensadlo y me contáis.
Meses después yo mismo miraba el lunar de tu hombro para no mirarte la boca, para que no me vieses reírme, para no parecer tan feliz y con tantas ganas de besarte.
Para disimular mi nariz olisqueando esa cualidad salada y tostada de tu piel garrapiñada.
Y todavía tuvieron que pasar semanas hasta el día en que la chispa al fondo de tus ojos completamente negros anunciase el festín en el que se ha convertido mi vida.
No voy a ser yo la que intente besarte, me dijiste con tono neutro mientras te aguantabas la risa, y yo me relamía mirándote los labios encarnados.
¿Cómo? Pasé de la sorpresa a la euforia en tiempo récord.
Que vas a tener que hacer algo tú, para variar.
¿Aqui? ¿Ahora? Mis manos abiertas señalado el alrededor.
Donde quieras. Cuando puedas.
¿Se supone que tengo que intentar besarte?
No. Solo digo que me gustaría que nos besaramos pero no voy a ser yo quien lo intente.