Hojas caídas
Incomparable
En el árbol del sufrimiento
se encuentra la fruta única
de la sabiduría incomparable.
Quien lo rechaza,
inevitablemente
muere sin hallarla.
Las moradas
Alumbra
esta piel, este camino.
No dejes
que la sombra avance.
Que el descenso ocurra.
Llévame
a las moradas majestuosas.
Mitad y mitad
Así, como fue.
Miradas, sombras, luces.
Mitad dolor, mitad gozo.
Atrapados en el claro de luna,
ausentes.
El alma
Yo no sabía
que las almas pesaran tanto,
aunque lo imaginaba.
De joven,
sospeché que a los mayores
no les pesaba sólo el cuerpo.
Y no sabía qué era el alma,
hasta que sentí su peso.
Sombras
Las personas, por lo general,
no suelen estar interesadas en las sombras.
Ni siquiera por las suyas.
La sombra de un pájaro,
por ejemplo. O la de un burro.
La que nos toque:
sombra a ciegas.
Vienen
Vienen de alguna parte
que seguramente no conozco.
Aunque también dependen del aire,
nos creemos distintos.
En su tierra tendrán flores,
sol y cielo.
Y anhelan, como todos, la fruta del sueño.
Quiero
Me sorprendo,
quiero.
Y veo una ola tragada por otra,
rompiendo en las arenas de la noche.
La noche
La noche dejó
cristales fríos
y una huella de moho
en la pared.
Hace frío y calor
a ratos.
Las horas
Sin escribir,
ni leer.
Sentado
atravieso las horas.
Desaparecen,
mientras las mariposas van al sur.
Yo sé
Yo sé lo que viene
después del horizonte
fatídico.
Los animales despojados,
ya fantasmas,
aparecen en el muro de los sueños.
El signo de lo racional
Sí, no.
Tienes que ir, corre.
Aprende, resuelve.
Alimenta controversias y a consciencia
atrapa signos, anagramas.
Devuelve, vuelve.
Pasa.