Porque hay cosas que siguen sin caberme en un hilo de tuister

Charlotte Salomon y la Costa Azul

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Los nazis asesinaron a Charlotte Salomon embarazada de cinco meses. La gasearon en Auschwitz en 1943 tras capturarla poco antes en el sur de Francia donde estaba exiliada. Aun así se ha salvado una obra abundante llena de pinturas coloridas, luminosas, vivas y emocionantes.

Una obra que mezcla los gouaches con el teatro con la poesía. El miedo, los recuerdos, lo imaginado, lo deseado, lo añorado y el horror con las ganas inquebrantables.

Una obra enloquecida buscando la cordura y la salud mental.

Dicen que fue su madrastra quien le introdujo en el arte como un lenguaje. Quien le enseñó a apreciar esa forma de comunicarse. Su madrastra cantaba.

Ella empezó a pintar, a crear, cuando descubrió que su madre, su tía y su abuela se habían suicidado. Se agarró a la vida a través de su arte y nos dejó un legado de belleza que ni el racismo, ni las cámaras de gas pudieron destruir.

Salomon era judía, de la alta burguesía alemana. En 1938 le quitaron un premio por ser judía. Luego se fue a Francia, a la costa azul, con sus abuelos. Hay algo con la Costa Azul y los pintores que me llegan. Hay algo con la Costa Azul y con su luz que nos atrae a los hedonistas como polillas a la luz. Supongo. Espero. Deseo. Yo qué sé.

Salomon pintó y pintó y pintó incansable durante aquellos dos años. “Vida o teatro? “ Así llamó a aquella serie donde buscaba dentro y fuera de ella formas de luchar contra la depresión siendo una mujer judía exiliada en aquella Europa por la que los tentáculos del nazismo se extendían imparables.

Vida o teatro? Pintó a sus abuelos, a sus amigas, sus sueños, sus deseos, el azul. Gouache. Colores primarios.

No sé si es leyenda o realidad que justo antes de ser capturada entregó a su médico una maleta con toda su obra y le dijo “aquí te doy toda mi vida”. Por lo visto su padre y su madrastra recuperaron aquella maleta tras buscar incansables a Charlotte. Toda su obra está en el museo judío de Amsterdam que yo no visité cuando estuve en aquella ciudad hace ya demasiado tiempo.

Mucho antes de saber de la obra de Salomon. De su existencia. De todos esos cuadros azulados. Vivos. Vibrantes. Resistentes. Supervivientes.

El nazismo nos robó el futuro de su creación pero no pudo arrebatarnos toda aquella vida suya. Esa determinación de una mujer judía, jovencísima, que en una Europa deprimente y deprimida, en guerra, una Europa donde su vida corría peligro a cada minuto, en ese contexto, con el peso del suicidio como premonición y como condena, con el inminente peligro a su alrededor, encontró una razón, un sentido, una forma y una herramienta para seguir viva y sana. Cuerda. Entendiendo por cordura la capacidad para seguir teniendo ganas de vivir cuando lo fácil era rendirse. Dejarse rodar por la pendiente.

Hoy, no sé por qué, cuando todo el mundo habla del año de mierda, de lo deprimente, de la dureza, de cancelar las navidades. Hoy, en medio de toda esta incertidumbre sobre la semana que viene, me he acordado de un cuadro suyo. Pintó a sus abuelos junto a Ottile Moore, una mujer rica que los acogió en la costa azul.

Cuando pintó este cuadro su abuela ya se había suicidado, ella y su abuelo ya habían sido enviados a un campo al sur de Francia, del que consiguieron salir. Su abuelo ya había muerto. Ella estaba sola en la Costa Azul. Pintando y pintando sin parar.

No hay ni una sola obra de Salomon que no me guste. De verdad lo digo. Todas tienen algo que me hipnotiza. Una fuerza expresiva, un ansia por asumir y seguir y beberse cada minuto que me emociona muchísimo. Su forma de enfrentarse al mundo también me emociona. Encontrar un sentido, una razón, dentro del sinsentido de aquel mundo horrible.

Todo lo que me interesa del arte está en su obra. Cero pose. Un deseo brutal por expresarse. Por contar algo importante.

Hay un cuadro que me gusta muchísimo también porque me sugiere muchas cosas en su aparente simpleza.

Se titula Charlotte y su amiga Barbara volviendo de la escuela. Junto al cuadro escribió.

“Y caminaron juntas hacia casa, absortas en su comunicación callada”

A Charlotte le quitaron aquel premio de la Escuela de Bellas Artes de Berlín por ser judía. Se lo dieron a su amiga aria. No he encontrado el nombre de aquella ganadora del premio. Pero sé seguro que se lo dieron a Bárbara.

Hay otro cuadro de su amiga. Junto al cuadro escribió:

BARBARA. 'Solo nos besamos una vez y me recluyeron en un convento

CHARLOTTE: Solo os besastéis una vez y te recluyeron en un convento...

Creo que lo pintó sabiendo de sobra que nunca más podría volver a hablar con su amiga de a quién besaba cada quién.

Otro de mis (muchos) favoritos es este. En el reverso escribió:

Esta noche es el primer concierto después del período de luto por su madre, y Charlotte también va. Mucho se ha hablado ya sobre un director y profesor de música muy famoso, con bigote blanco y ojos azul aciano. Con esta tensión va al concierto.

El Museo Judío de Amsterdam ha hecho para mi un trabajo maravilloso recogiendo la obra completa de Salomon, que muchos expertos consideran “pre-multimedia” de una forma en que quienes disfrutamos de su creación podemos sumergirnos en ella horas y horas.