Porque hay cosas que siguen sin caberme en un hilo de tuister

En torno a “Friends that break your heart”

Tags: #música #JamesBlake

Podría vivir eternamente en Famous Last Words. Es la canción con la que empieza el disco nuevo de Blake. Podría perfectamente y lo sé porque llevo ahí metida desde que la sacó como adelanto. Pero me mata la curiosidad. Esa curiosidad de saber si conseguirá el milagro: otra canción que me guste más.

Life is not the same. Ya casi nunca escucho los discos por su orden. He dejado de confiar en que el orden tenga algún sentido o intención a favor de quien escucha. Pero cada vez confío más en Blake.

Y Life is not the same tiene sentido. Tampoco es nueva. También la adelantó. También es preciosa. Decir que una canción es preciosa se parece mucho a no decir nada y sin embargo a veces es lo único justo. El luto no metafórico de asumir el mundo sin alguien importante. La muerte. El gran tabú.

La obsesión que tengo con las melodías no ha hecho más que crecer desde que intenté digerir y tragar y darle sentido a demasiadas canciones sin melodía, ni estribillo ni nada realmente musical. Canciones sin música pero con conceptos de instrumentos, gestiones de dinámicas. Esas cosas. Canciones de gente que quiere ganar el Nobel de literatura.

Coming back. Volver a un mundo donde lo importante de la música es la música. La melodía, la armonía. La forma en que el sonido vibra en el cuerpo de quien escucha. Bailar.
Bailar, si quieres ganar el Nobel, es sinónimo de lo básico, lo fácil, lo vacío.

Bailar en el mundo real no tiene nada que ver con nada de todos esos prejuicios absurdos. Se pueden bailar ballets rusos o reguetones “jotdog” que diría Residente. Se puede bailar toda la música. No se puede bailar lo que no es música. Así de simple. Vienes de bailar moviendo el culo por el pasillo con el Coming back y aterrizas meciéndote bailando viva en tu propio funeral. Mientras estemos vivas vamos a seguir bailando cuando suene música.

Frozen. Bailaremos congeladas esa melodía oscura con JID y SwaVay. La falta de prejuicios de Blake conecta muchísimo con mi forma de entender el arte y la cultura. De pronto hay alguien rapeando. ¿Se sigue llamando rapear a esto? Soy una señora mayor flipando con la música que hacen los jóvenes. Sin entender nada racionalmente pero, una vez más, dejando que mi cuerpo tome las decisiones.

Cuando empieza I´m so blessed you´re mine tienes la sensación de que algún irritante teléfono móvil está sonando. Es la canción. Nadie responde a la llamada y de pronto el politono se convierte en eso obsesivo, electrónico, caótico. Qué bien que estés. Tampoco es nueva. También la adelantó. El irritante politono, la llamada que nadie contesta. Hablar solo. Gritarlo al mundo. No se puede gritar más bajito y más dulce que Blake. Con más potencia. Hay algo como de música clásica en lo que Blake está haciendo. No sé explicarlo mejor. Esa conexión entre aquellos bailes de la cueva de los que hablaba Drexler, las danzas barrocas, las danzas electrónicas. Cómo se pasa de la piel a la peluca empolvada al vinilo brillante y si no es todo lo mismo en el fondo.

Foot forward es una canción paseo. Una canción que avanza en el tiempo y en el espacio. Una canción como de la velocidad de las cintas interminables de los pasillos de los aeropuertos gigantescos.

Y entonces llega Show me. Toda la voz grave de Blake latiéndote en el corazón. Enséñame eso que te guardaste cuando me querías. Esa forma de hablar del amor en general. De cómo confundimos querer a alguien con diluirnos en alguien o porque alguien. Cómo dejamos que otras personas se diluyan en nosotros. No permitirlo. Ojalá me hubieses enseñado todo lo que tú eres. Lo contrario de la seducción. Lo real. No guardarte nada. No dejar que el otro se guarde nada. Y cuando las cosas que acaban, acaben, saber que lo hiciste lo mejor que supiste. Que fue auténtico. Que será siempre importante. Aprender para la próxima. Show me es una canción de amor de alguien que asume que quiso mal, que no supo explicar a otra persona que buscaba lo contrario a la seducción.

Say what you will también la había avanzado. También va un poco de la autenticidad. De ser quien una es contra viento y marea. De ocupar tu sitio, de esas veces en que ocupar tu sitio es decir “Mira estoy bien”.
En un mundo donde la gente termina buscando atención regodeándose en lo triste, necesitamos gente que nos recuerde que a veces, simplemente, estamos bien. Pocas. Precisamente por eso tendríamos que disfrutarlas, compartirlas, atesorarlas, cuidarlas, potenciarlas, recordarlas siempre. Multiplicarlas como panes y peces.

Oir Lost Angels night solo unas pocas horas después de escucharle a él hablar de ansiedad y la necesidad de protegerte y desconectarte me ha parecido casi mágico. Hay algo con la conexión y el arte. Es lo único que importa. Y cuando él mira a la cámara y cuenta lo íntimo y lo cuenta para ayudar a otra gente, sin más pretensión que esa, el día que estratégicamente menos conviene según los que creen que el “engagement” es un número, luego escuchas una canción y todo encaja a la primera y para siempre. Y algo te conecta a esa canción. A la sensación de perder tu sitio hasta que te das cuenta de que hay sitios que cedes. Hay espacios que eliges no compartir con según quién, según cómo. Y eso es cuidarte.

“La canción que da título al disco” que dirían los cursis, es el anti amor romántico. Y vuelve a sonarte por todo el cuerpo porque es la verdad desnuda. Lo contrario de esconder nada. Mira. Aquí estoy. Nada de esto es justo pero así funciona. Y aunque dicen que Blake es un triste yo creo que no, creo que esta canción, al final, tiene la luz. Y si pudiésemos cambiar cómo funciona este tinglado? Intentarlo al menos? Esa polifonía epifánica. O viceversa.

Y después justo del rayito de luz, al final del disco, esa declaración de amor absoluta. Cuidar de alguien. Terminar el disco sintiendo que lo has entendido todo como se tiene que entender el arte. A su lado de la línea había un mensaje claro que el medio, el contexto, el código, cada código, han transformado en cualquier otra cosa que ha llegado a mi cuerpo perfectamente entero y coherente. Un mensaje distinto. Mi propio mensaje. Es imposible hacer esa traducción sin nada importante en el lado del emisor.

Volver a poner el disco entero. Porque hay amigos que te rompen el corazón y hay discos que te arropan el corazón justo cuando lo peor del otoño está a punto de intentar invadirlo todo.