Porque hay cosas que siguen sin caberme en un hilo de tuister

Epílogo otoñal a los #librosparaverano 2023

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Al final leí 16 de los 21. No está nada mal, la verdad.

Empecé con Leila Slimani. “El perfume de las flores de noche” es un libro breve, lírico, escrito después de pasar una noche sola en un museo. Reflexiona sobre arte y privilegio, sobre poesía y ateísmo. Nunca había pensado que la razón por la que me siento tan cómoda en los museos tiene que ver con ser blanca, occidental y no ser capaz de recordar cuándo fue la primera vez que entré en un museo de tan normal que me parece. Viene bien reflexionar sobre cómo cosas que tú das por sentadas, en la vida de otras personas con otros contextos, son muy distintas.

En el road trip casi leí entero en digital “La lista de invitados de Folley” una de esas novelas “de misterio” que bebe de Christie y da gusto leer. No le va a cambiar la vida a nadie pero en mi cabeza está unida a playas maravillosas en Portugal, a salir del agua entre fresca y helada a un sol soportable y a esa sensación de felicidad y calma de estar con quien quieres estar donde quieres estar y no tener que hacer ningún esfuerzo de ningún tipo.

Muy proto cogí a Solnit. Le tenía ganas pero quería leerme su libro en la calma cantábrica. Lo empecé en el jazzaldia. Me gusta mucho leerla porque es una mujer brillante, inteligentísima y muy sensible capaz de coger lo que en mi cabeza y en mi cuerpo son intuiciones difusas y darles orden, relato, sentido que permita explicárselo a otras.
Es decir, leer a Solnit me ayuda a pensar.

Una cosa que no sabía cómo elaborar es ese gusto de las estrategias millonarias de ultraderecha por enfadar tantísimo a la gente. Dice Solnit que cuanto más enfadados estamos más fáciles somos de manipular. Y creo que el tema de los indultos vuelve a poner de relieve hasta qué punto tiene razón. Gente que quiere sobre todas las cosas que gobierne Pdr a la que los indultos les parecen mal porque es que Puigdemont es una persona insoportable capaz de sacarnos a todos de nuestras casillas con su ego y sus memeces y su tono de estadista para decir cosas que o no se cree ni él o no le interesan a nadie más que a él. Y así andamos. Con los fascistas enfadados porque algo que aun no existe es anticonstitucional pidiendo que vuelva Franco que existió y como todos sabemos fue SÚUUPER DEMÓCRATA.

Solnit también dice que los buenos escritores escriben desde el amor y que la escritura, contarnos, es un proceso colectivo. Que todas las personas, en esos procesos, somos a veces la que enseña y a veces la que aprende. Y esas veces se mezclan todo el tiempo. Es enriquecedor leerla siempre. De verdad. Y gustoso. Porque escribe bonito. Amoroso.

En paralelo leí La sala de los espejos. Un comic que me defraudó bastante. Da contexto sobre el concepto de belleza a lo largo de la historia y como nos esclaviza pero no es el ensayo vuelacabezas que me vendieron. Supongo que tiene que ver con que llevo muchos años pensando y leyendo sobre este tema en concreto y es un buen principio pero he llegado a este libro un poco tarde.

También en Donosti leí “No todo el mundo”. Ese libro de relatos que reproduce con precisión casi todos los mitos del amor romántico en historias que te hacen preguntarte por qué hemos pasado tanto tiempo viviendo desesperadamente cosas que no nos hacían felices esperando una presunta completitud que no terminaba de llegar. Filmin es un relato precioso de cuando llegas a una edad en la que buscas más que completitud justo lo que deberíamos buscar desde el principio: ilusión, felicidad y cosas compartidas.

De vuelta a Cantabria empecé Maddi y las fronteras. Una novela impresionante que cuenta la historia de esa gente que se mantuvo en el lado bueno durante el nazismo. Puestos a ser parte de un Holocausto al menos intentar no ser de los asesinos o de quienes fingen que no pasa nada. Recordar esta novela hoy justo me pone mal cuerpo. Como novela es un gusto. Como historia un hallazgo importante.

Después de la intensidad fronteriza elegí “Un revés inesperado” porque sabía que Moriarty me hace reír. Ha escrito una novela best seller, fácil y agradable de leer que reflexiona sobre los vínculos familiares y lo hace desde el feminismo sin parecer que está haciendo ninguna de estas cosas. Moriarty vende libros como churros y cuando terminamos su último lanzamiento todas estamos deseando ya que aparezca el siguiente.

Pasé entonces al murmullo de Gopegui, un libro que tenía muchísimas ganas de leer y que no fui capaz de interiorizar en Madrí. Así que por una vez fui más lista que ansiosa y lo guardé para el verano. Ha sido maravilloso poder leerlo con calma, entenderlo, subrayarlo, interiorizarlo. Tengo pendiente hacer cosas con él. Ya sabéis que voy lenta pero voy. Una cosa que tengo clara es que quiero escribir algo sencillo sobre mindfulness. Porque no era consciente del enfoque “autoayudesco” y me parece terrible que una herramienta tan sencilla y tan obvia (respira bien al menos 5 min cada día) se esté usando para contribuir a ese proceso de individualización de la autoayuda.
Ya he dicho muchas veces antes de leer a la sabia Gopegui que me pone de los nervios toda esa retórica del “si quieres puedes” y todo ese rollito criptobro de levantarte a las 4 de la mañana, correr una hora, ducharte con agua fría, ayunar hasta que atardezca para triunfar y si no es que no tienes fuerza de voluntad ni haces suficientes méritos y por tanto todo pasa a ser tu culpa.

Yo creo que si andas en medio de tu vida diaria y te apetece leer esto (te lo recomiendo mucho) quizá podrías empezar por la segunda parte y luego pasar a la primera. Creo que te va a costar menos entrar y tengo la sensación de que no vas a perder nada.

Y después leí Lecciones de química, ese cuya cubierta atraía tanto a mi sobri. Otra novela feminista fácil de leer. Agradable. Sobre cómo el machismo nos afecta y cómo las cosas mejoran exponencialmente cuando la gente empieza a hacer su parte. Yo la regalaría a alguien que disfruta leyendo pero tiene poco tiempo. Porque se la va a beber y se va a sentir orgullosa de haber leído una novela de 600 páginas así de sencillo. Y porque le va a dejar muy buen sabor de boca.

Leí también El retrato de casada donde O´Farrell vuelve a demostrar la narradora espectacular que es novelando la historia de Lucrezia de Medici. El retrato que inspira la historia existe. Lucrezia existió y se casó con el futuro duque de Ferrara cuando era aun una niña. También existen sospechas sobre su muerte que son las que O´Farrell utiliza para especular con una historia tan real y tan posible que una termina la novela pensando “pasó todo así tal cuál”. O´Farrell es de esos narradores que consiguen, desde la primera frase, meterte en la historia, la época y la mente del personaje que elige. Y es capaz de contar la oscuridad más terrible de forma que resulte agradable. Eso, para mi, es un don casi único que me hace volver siempre a sus libros.

Las chicas de Bloomsbury es otra novela fácil, de esas perfectas para leer en dos tardes de playa, con una sonrisa perenne. Mujeres conspirando y mejorando sus vidas y las de quienes les rodean. No ganará ningún premio porque las novelas sencillas, bien escritas y bonitinhas solo ganan un premio: el gusto que da leerlas algunas veces.

Rasguño en cambio es lo contrario a una novela cómoda. Formalmente arriesgada sin intentar epatar. Solo eligiendo lo que su autora cree que mejor le viene a lo que quiere contar. Creo que acierta y agradezco ese riesgo de la voz narrativa como volcando una mente que sufre. Ya dije en tuixter que me pregunto cuánto tardarán los hombres que lean Rasguño (dos o tres, imagino, y ninguno el mediocre de Olmos) en entender la palabra que no se está escribiendo pero que cualquier mujer oye en su cabeza desde la página 5. Es un experimiento interesante que haría si fuese profe de literatura de bachillerato o más arriba.
Yo creo que Rebeca Watson tiene muchas cosas que me hacen fijarme en su futuro. Dije eso con Helen Oyeyemi y acerté, dije eso con Naoise Dolan. En mayo se publicó en España su segunda novela y quiero leerla porque promete muchísimo. Habla de deseo, por cierto.
Volviendo a Watson me da miedo la posibilidad de que se haya quedado vacía porque es una primera novela que suena demasiado personal. Veamos. Estaré atenta y os daré la turra si procede.

Gozo de Azahara Alonso es un libro que me gusta más en planteamiento que en ejecución. Que me fue gustando más cuanto más avanzaba y más “natural” me sonaba lo que leía. Aun así recuerdo muchas sensaciones que me provocó, me dio ganas de ir a Malta (isla que fue el viaje de fin de carrera que me perdí por las bodas de plata de mis padres). Y me dio ganas de leer lo próximo que escriba Alonso. A veces soy muy ansiosa porque estoy muy mal acostumbrada desde que solo leo mujeres.

Eyaculación responsable se añadió a la lista porque Shonda y como siempre que leo algo para nuestro humilde pozzzcast, me alegra mucho haberlo hecho. Ya he dicho doscientas veces que es un libro que deberían leer todas las personas heterocis. Que obligaría a leer a los muchachos. Que, precisamente por eso, solo se leerán los pocos que de verdad se toman como algo más que una pose eso de ser “aliados” o intentar ser menos machistas cada día. Se lee en 3h leyendo lento. Y queridísima piscis, si tienes un novio que te pone pegas a los condones yo le dejaría una noche un ejemplar en la mesilla. Igual así deja de ser un fulano vergonzoso.

Bocetos de natación es un libro que quería haberme leído el verano pasado pero compré otro muy raro sobre un equipo de natación sincronizada. Así soy. Que le voy a hacer. Shapton me ha caído muy bien. He conectado mucho con esa mujer que cuenta su vida (spoiler para los Olmos de la vida: no hablar de la maternidad, de la regla, de lo muchísimo que quiere a todas sus amigas) en función de las piscinas donde ha nadado competitiva o recreativamente. Los bañadores que ha comprado. Me encanta que no lo diga pero que implícitamente esté ese deseo de no nadar que consiste en viajar sin bañador y terminar comprando uno en cualquier lado porque hay algo que te empuja al agua algunas veces. Soy una nadadora mediocre y ella fue preolímpica pero entiendo esa urgencia. Leer libros que son como escuchar a una amiga contarte su vida me sigue gustando mucho. Porque sigo quedándome donde me cuentan buenas historias o incluso historias normales pero muy bien contadas.

Mestizorras (su taller de Chapa y pintura, para que quede claro) es otro experimento literario del que me ha gustado mucho formar parte. Un libro colectivo planteándose qué pasaría si las mujeres reaccionásemos con el mismo nivel de violencia a la violencia que sufrimos cada día. Está muy bien escrito a 4 manos, a 2 voces, una de ellas migrante. Está muy bien construido también el mundo alrededor de la novela (las redes sociales, la lista de música). No sé. Ha sido una forma maravillosa de volver de la costa, leer en el cercanías retrasándose.

BOLA EXTRA: De Portugal me traje, entre otros, Regreso a casa. El último poemario de Peixoto. He leído uno a uno, desordenados, un poema cada noche de verano hasta que lo terminé. Me gusta mucho leer a Peixoto. Y esta vuelve a ser una lista mixta de libros. Porque hay un autor. Mi hombre cuota favorito…

El verano que viene más (si seguimos aquí). Muchas gracias a todas por jugar conmigo un año más a este juego que me enriquece tanto y me hace disfrutar tantísimo de mis veranos. Técnicamente sigue siendo otoño así que técnicamente no me he retrasado. Gracias también por la paciencia…