Porque hay cosas que siguen sin caberme en un hilo de tuister

TANDA – Alex Ferreira

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Hace mucho que digo que Ferreira es el Drexler de mi generación. El Drexler para mi y sin hacer ni una sola comparación estrictamente musical. Digo esto porque llevo más de 20 años sintiendo que las canciones de Drexler conectan con mis procesos mentales.

Y una noche mágica en Costello me di cuenta de que debajo de todo aquel intento de indie del joven Ferreira había unas letras preciosas, muchísima música y algo muy sabroso que conectaba con mis neuronas y su forma de funcionar. Luego volvió a cruzar el charco y lo sabroso era el Caribe puro de sus raíces. Hay algo delicioso en las mezclas y en atreverse.

Ferreira se atreve. Se lleva atreviendo desde que le conozco. Se atreve a exponerse, a arriesgarse, a marcharse, a reinventarse, a asumirse, a cambiar. Y sus letras conectan con mis procesos mentales. Aun recuerdo la primera vez que escuché Ícaro. “ No te conozco de nada Y ya quiero meterme en tu collar. Y hacerlo bien”.

Hacerlo bien.

El disco salió en verano de 2015, pero entonces yo no estaba atenta a las cuentas atrás de Instagram así que lo escuché un lunes de otoño, después de un domingo de esos en los que improvisas de felicidad sobre tus propios planes. Nos quedamos a ver atardecer desde una ermita románica en medio de una hoz. Salí guapa en todas las fotos, fui sin dormir a la oficina.

Y hacerlo bien. A veces las canciones suenan en los coches y parece que estás en una película previsible. A veces la vida parece una película previsible o a veces las pelis son previsibles porque se parecen a la vida. Suena una canción y dos personas se miran. Sonríen. “Hacerlo bien”. Pues eso.

Luego lo hacemos lo mejor que sabemos. Y pasan los años, pasan los discos de Ferreira, sigue pasando algunas veces que vuelves un domingo de improvisar de felicidad. Noche cerrada, aguanieve. Invierno. Pandemia. Spotify en aleatorio. El corazón no se rompe. Llevaba todo el verano en mi vida. Porque es verdad. El corazón no se rompe. Late o se para. Late o se para. Entero. Chorreante. Como dice la canción a veces duele pero no se rompe. Ni siquiera se agrieta. Late. Late. Late. Late para que te quedes quieta o para que salgas corriendo. Late en los coches parados en atascos. Late en los coches parados en la puerta fingiendo que sus ocupantes se despiden. Late para que bailes. Como la música de Alex.

Prendiendo fuego al palosanto. Ese verso explicando todo lo oloroso de su música.

Necesitamos fiestas. Bailar por los pasillos. Bailar mientras el coche que nos recoge se aproxima. Un cariñito no le hace mal a nadie.

Necesitamos canciones felices. Necesitamos músicos que se atreven. Que se paran cuando ven lo que ven. Que se mudan. Que se quedan. Que están presentes en un mundo que enloquece y nos supera.

Ferreira, mezcal, directos de instagram. Guitarras acústicas haciéndonos bailar. Percusión. Ritmo. Una voz de mujer con acento dominicano explicando una receta. Yo qué sé. Una línea de bajo marcando el ritmo de los giros en los bailes lentos. Marcando sutil los golpes de cadera. Esa percusión de madera que te dice cuándo acercarte a otra piel. Bailando todavía. Riendo con esa risa de intentar que todo parezca una broma. Todo lo que se descontrola. La vida. Vamos.

Al final es solo eso. Ferreira cantándole a la vida que pasa a pesar de todo. Con todos sus grises, sus negros, sus dramas, pero en medio de todo eso también con alguna luz al final de algún túnel. Algo de merengue. Alguna piel, alguna mano que calienta otra mano dentro de un bolsillo. Abrazos con mascarillas en medio de la calle. Aprender a ver en los ojos ese gesto que conoces desde hace por lo menos 5 años, cuando alguien te mira y se relame. Hacerlo bien. Como hace música Alex Ferreira. Música para escucharla mientras vives esperando la vacunación de todos los habitantes del universo, que permita abrir los bares hasta la madrugada, bailar y cantar a gritos ese himno que es ya “el que le pide lógica a la vida no sabe lo que habla”. Ese himno elegante, sabrosón, con ese toque Buenavista Social Club y ese futuro absoluto de andar por casa.

Voy a escuchar mucho este disco. Como todos los discos de Ferreira.