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🟧 Bellas Vistas que son mucho más que vistas hermosas. Toni Costa

Que las artes son un medio privilegiado de conexión con el mundo es algo que, a estas alturas, ya nadie pone en duda. Pero conviene tenerlo presente, especialmente cuando un artista conecta de la forma en la que lo hace Toni Costa, con un fragmento de mundo y de vida, y lo hace de una forma tan sensitiva, experiencial, apasionada y a la vez analítica como queda reflejado en sus trabajos. #críticaArte #textos

Pinturas, dibujos, estampaciones, Toni Costa adapta siempre al espacio, al tiempo y a la necesidad de mediar entre él mismo y su experimentación vital del mundo, el lenguaje y la gramática a través del cual nos comunica su narrativa visual. Una narrativa propia, que nace de un relato biográfico, pero que, como obra artística que es, nos regala esa posibilidad que brinda el arte, de compartir una experiencia que hacemos nuestra. Sus trabajos nos sugieren anhelos y deseos, nos remiten a nuestras propias experiencias y recuerdos, reales o imaginados, de espacios que ahora podemos compartir con el artista.

Más que proponernos, sus trabajos nos inducen a un mirar de forma descarnada, casi nos obligan y nos atrapan en el ejercicio de perder nuestra vista en esa Bella Vista que nos propone. Hermosas materializaciones de un condensado de experiencias vinculadas a una faceta de su vida que es a su vez una etapa de búsqueda e investigación artística. Es necesario constatar que todo recorrido biográfico es una investigación y un aprendizaje permanente y que los lenguajes artísticos nos permiten vehicular una vía de comprensión más profunda de ella y hacer partícipes a los demás, gracias al desarrollo de una experiencia estética, de este aprendizaje compartido.

Su Bella Vista nos permite asomarnos, a través de una pequeña ventana, a esa visión personal del Brasil, que todos, independientemente de que hayamos tenido la suerte de poder pasear por sus calles y contemplar sus paisajes de forma directa o simplemente a través de nuestra memoria e imaginario visual, lo hayamos hecho con nuestra imaginación. Tenemos de ese país convertido en referente y con una carga estética indudablemente potente y atractiva.
Pero lo que convierte la propuesta de Toni Costa en un ejercicio estético profundamente interesante y en el que merece la pena detenerse, reflexionar junto a él, es la capacidad de no caer. No dejarse atrapar por la convención, a pesar de la fuerza desbordante y estimulante que una convención como la que se le presentaba delante tenía, el Brasil ni más ni menos.

Pero el Brasil de Toni Costa es un Brasil que se mueve en otros estratos simbólicos, cosa que agradecemos sobremanera, y que nos relata vida, vidas vinculadas a la vida de verdad. Es aquí cuando descubrimos que las verdaderas vistas bellas no son las de las postales de paisajes hermosos repletas de lugares comunes. Son, más bien, aquellas que rememoran recorridos, miradas diarias y escrutadoras de su autor a pequeños animales que le vinculaban a su propia condición humana. Miradas a personas, especialmente a personas, a cuerpos y sobre todo a almas con las que, en mayor o menor medida, compartió ese capítulo de su recorrido biográfico, y no siempre son miradas placenteras o benevolentes. Miradas a personas, seres, experiencias que ahora, nosotros tenemos el privilegio de conocer.

Hemos sido presentados formalmente a todos estos seres humanos, a todos los animales de sus dibujos y pinturas, a todas estas almas vegetales, que también las hay, que pueblan las pinturas de Toni Costa. Y, gracias a ello, le conocemos un poco mejor a él, y especialmente nos conocemos a nosotros un poco mejor, sentimos, experimentamos con esas personas, con esos animales, con las sombras que proyectan sus palmeras, incluso con los sonidos, los olores y los sabores que podemos intuir de todo ello. Experiencias que no hemos vivido con ellas, pero que proyectamos hacia nuestros propios relatos biográficos, y de esta forma tejemos un invisible hilo que desde hoy nos une al propio autor y nos une al resto de seres humanos un poco más, aquí estriba la grandeza del arte.

No quiero acabar este texto sin hacer referencia a la forma en la que Toni maneja el color, sin duda derivado de un gran conocimiento técnico, pero especialmente vinculado a esa capacidad artística de ver más allá, de profundizar en el nexo entre el instante rememorado, elaborado, pensado, conceptualizado y los seres humanos que lo habitan. El color construye almas, el color desata experiencias y fija recuerdos, incluso los lleva más allá, otra cosa que tenemos que agradecer a las Bellas Vistas de Toni Costa.

(Texto del catálogo de la Exposición)

© Ricard Ramon.
Todo el contenido bajo licencia: CC BY-NC 4.0

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