Relato corto
Introducción
Hace unos meses escribí un relato para un certámen, y dado que la resolución fue publicada hace poco, ya puedo compartirlo. Aunque originalmente era más largo, tuve que acortarlo por las limitaciones del concurso, aún así estoy contenta del resultado final, que creo que se hace eco de una historia más larga.
Sin más, os dejo por aquí la historia, espero que os guste.
La esfera nocturna
El sonido embotellado de las olas rompiendo a lo lejos acompañaban el vaivén del agua. Una suerte de tragaluces salados iluminaban el suelo a pocos metros de la superficie, aunque Cala lo viera borroso con los ojos bien abiertos bajo el mar. El pecho le pedía subir de nuevo a la superficie, pero ella no quería abandonar el trance marino en el que estaba. Finalmente, las burbujas de una zambullida cerca le sacó de su concentración y subió de un impulso, preparada para dar una gran bocanada.
En la superficie, el ruido que antes era un susurro le golpeaba tan fuerte como las olas, y el viento era salado. Sus compañeres exclamaban con pasión sus descubrimientos. “¡Aquí hay verde-buena!”, exclamaba une, “¡por aquí hay rollos negros!”, respondía otre. Cala le dedicó una mirada a su cubo, flotando, sin más que un par de algas comunes de las que están cerca de la orilla. Era morena de ojos oscuros, y llevaba el pelo rizado recogido en una suerte de moño atado con diversos lazos blancos, apretados, como era la costumbre. No era la más joven, pero tampoco la más mayor del grupo, no importaba mientras tuviesen salud y energía para nadar.
Cala dejó que el sol le calentase las mejillas un rato, abrazando su cubo casi vacío, antes de hundirse de nuevo en el mar.
A la caída de la tarde, algunes vecines se reunieron para ayudar a clasificar las algas y los crustáceos de los cubos, y otres llegaban cargando con los contenedores de los recoge-rocíos cercanos. A les niñes les gustaba la tarea de machacar y moler las algas para ungüentos y cremas, así que se arrodillaban al lado de les vecines que habían terminado de clasificar los cubos y se ponían manos a la obra con atención y energía hasta que se aburrían, salían corriendo, y les sustituía algún adulto para acabar la faena más tediosa. Cuando todo el trabajo había terminado y empezaban a parpadear las columnas solares del puerto para iluminar el camino, Cala metió en una bolsa todo lo que necesitaba y se retiró, despidiéndose de algunes compañeres. Esta vez no volvió a las cuevas del pueblo, sino que decidió desplegar su saco de algodón en el barco de buceadoras, puesto que a la mañana siguiente usarían solo la barquilla, ya que el botín de aquel día duraría al menos un par de días más hasta que necesite empezar a reponerse. Su cuerpo había guardado el vaivén de las olas desde que salió de la orilla, y prefería dormir meciéndose en el barco.
Se calentó un poco de agua de rocío y la mezcló con una de las pastas machacadas de algas, justo antes de rebuscar entre los rollos negros (otras algas más densas y de un sabor más dulzón) que habían estado secando al sol un par de días. Comió sin prisa, adormecida tras todo el trabajo del día, y estaba lista para limpiar todo e irse a dormir cuando un haz de luz cruzó el cielo estrellado. Cala dio un respingo y se levantó de golpe, intentando no perder el equilibrio. El barquillo saltó ligeramente, como si un par de oles más prominentes que las demás hubiesen sacudido el casco.
Rápidamente, desató el nudo que la mantenía amarrada al puerto y puso rumbo a la zona en la que creía que había caído lo que fuese eso. Se planteó avisar y esperar a sus vecines, pero la curiosidad le podía y no quiso escatimar tiempo. Abrió el canal de radio mientras maniobraba.
_ He salido del puerto y me dirijo a investigar un objeto extraño que he visto impactar en el agua desde... desde el cielo._ dijo firmemente. _ Dejo encendida la localización automática por radio, no debería salirme del rango de las boyas de posición.
La radio chisporroteaba, y tras unos segundos se escuchó al otro lado “Comprendido. Ten cuidado, avisa si necesitas ayuda. Me mantengo atente al mapa de posicionamiento.” Reconocía la voz, incluso con el tono crujiente de la señal de radio: era Cédar. Casi siempre estaba pendiente por la noche, quizás le gustase la tranquilidad de esa tarea. Tenían más o menos la misma edad, pero cuando habían ido a bucear en el mismo grupo, Cala o alguien siempre tenían que guiarle, porque lo había hecho mucho menos que les demás. Habían coincidido en muchas celebraciones locales, desde las primeras competiciones de nado de fin de la infancia hasta las fiestas de la mayoría de edad del trimestre, pero siempre había notado una gran diferencia entre elles, como si fueran de pueblos distintos. En cualquier caso confiaba en su agudeza para atisbar señales en la noche, así que se sintió un poco más segura.
Cuando se encontraba más cerca de la zona del impacto, ajustó los faros del barquillo y entornó los ojos. Buscó atenta cualquier resto flotando, hasta que finalmente vio una suerte de esfera metálica, algo quemada y maltrecha. La esfera se partió, o pareció partirse por la mitad, y una figura salió tambaleante de su interior. Cala se dio cuenta de que era una figura humana y se apresuró a lanzar un flotador atado a una cuerda amarrada a la polea de seguridad. La figura parecía confundida y algo intimidada por la luz directa de los focos pero se agarró al flotador y dejó que Cala le arrastrase hasta el barco, hasta que le ayudó a subir a bordo. Mientras Cala le colocaba una manta y le guiaba al interior, la persona tosía agua salada y temblaba un poco. Antes de poner rumbo al puerto, lanzó un gancho simplón que tenían para los cubos e intentó arrastrar la esfera, por si había algo importante para esta persona misteriosa, y notificó por radio las actualizaciones. Procuró no hacer muchas preguntas, más allá de las necesarias por seguridad: si estaba bien, si necesitaba agua o comida, si estaba heride... pero no parecía comprender nada, o estaba demasiado confuse para responder. Bajo la luz de la cabina comprobó que aparentemente solo tenía algunos rasguños, y que podía seguir una pequeña luz de la linterna solar que tenía para emergencias con la la mirada. Temblaba de frío, o quizás de miedo (al fin y al cabo había impactado contra el mar desde a saber dónde) pero no parecía tener fiebre, así que por ahora, sólo le ofreció unos tragos de agua que había recogido esa misma tarde, que se bebió de golpe como si no hubiera más rocío en el mundo. Una vez llegaron al puerto avistaron a Cédar, que había acudido a ayudarles. Levaba un pequeño maletín de primeros auxilios y les ayudó a bajar del barco. Cuando comprobaron que la persona podía andar y no tenía nada aparentemente grave, caminaron hasta el centro de salud del pueblo. Aún confuse y un poco torpe, no paraba de decir algo así como “aite” o “ait” en un tono suave y cansado. Parecía hacer gestos con las manos, pero temblaba tanto y estaba tan débil que sus acompañantes no tenían claro si era algún tipo de efecto secundario o quería señalar algo.
En el centro de salud le atendieron rápidamente. Cédar y su compañera esperaron en una sala tranquila en el ala norte del centro, donde una pequeña pantalla parpadeaba de cuando en cuando con las actualizaciones del centro. Después de que el peligro parecía haber pasado, Cala volvía a sentirse tremendamente cansada, y apoyó la cabeza sobre sus brazos en una mesa cerca de la ventana. Cerró los ojos mientras escuchaba el agua calentarse en una tetera. Despertó de pronto con el pitido de la pantalla LCD, pero al abrir los ojos de golpe, la ventana ya reflejaba las primeras luces de la mañana.
Su compañere, que estaba sentade enfrente. Se miraron. Rápidamente asintieron y fueron a recepción, donde les esperaba una figura que vagamente se parecía a la de anoche, pero ya no temblaba y parecía entera.
_ Sois sus acompañantes, ¿verdad?_ dijo une asistente sanitarie del centro, que esperaba también en recepción. Solo tenía algunos golpes y una fuerte impresión._ les explicó. Acto seguido continuó hablando en lenguaje de signos, esta vez dirigiéndose al otre. “Espero que te recuperes pronto” dijo con las manos, y se sonrieron a modo de despedida, antes de que le asistente saliese de la sala.
_ Aito ge taske._ dijo la persona atendida, y sus manos decían “Gracias por todo”. Cala y Cédar se sorprendieron, el lenguaje de signos era algo básico que aprendían todes, era más útil que las palabras en muchas de sus tareas cotidianas.
Pero cada región cambiaba un poco, y si bien sus gestos no parecían los mismos que los locales, eran definitivamente de la región, pero a ningune le sonaba el sonido de sus palabras.
“Me llamo Cala y elle es Cédar” aclaró Cala con gestos. “Me alegro de que estés bien. He intentado salvar parte de tu vehículo.”
“Pensé que no saldría de allí” respondió, su cara ensombreció un poco “Me llamo Levan, soy investigadora. ¿Dónde estamos?”
“Estamos en Amimi costa, el pueblo dedicado al mar más cerca de las montañas del antiguo observatorio” Cédar intentó dar todas las referencias posibles para situarle. Levan asintió.
“Yo soy de Torio.”
Les locales se sorprendieron, eso estaba muy lejos. Tenían muchas preguntas pero decidieron dejar a Levan para que descansara. No fue hasta la tarde del día siguiente, que Levan les explicó algo de un proyecto experimental, pero que aún no se estaba registrando en los repositorios públicos. Cala y Cédar se sintieron extrañados, todos los proyectos, de todas partes del mundo, se registraban públicamente. Desde los saberes locales hasta las más avanzadas técnicas de medicina, se iban registrando poco a poco en las bibliotecas locales, que se descargaban los archivos cada poco. Les archivistas, nómadas especializades, se dedicaban a traducir y registrar saberes y técnicas en esos repositorios. Era muy extraño que algo se perdiera en ese mar de información distribuida.
Levan gesticulaba con esfuerzo, se notaba que no era su lenguaje de signos habitual. Insistía en que era una práctica habitual de Torio. Cuando pocos días después, Levan partió en un barco de largas travesías acompañada por un local, agradeció toda la ayuda prestada. Sin embargo, Cédar y Cala se quedarían pensatives. ¿Acaso no es toda la información abierta? Les sonaba a tiempos pasados, tiempos que sus predecesores catalogaban de fallidos.