Crónica de una vida anunciada

Del oficio de componer

En estos momentos puedo decir que he compuesto ya seis o siete canciones. Puedo concluir algunas cosas. La primera, que la letra me cuesta más que la música, la segunda que estoy uniendo de formas que no esperaba cosas que he aprendido durante años. Puedo imaginar algo y tengo una forma de llevarlo a la realidad, usando habilidades para tocar instrumentos, grabar, cantar, producir, mezclar… y cacharros que he ido comprando a lo largo de años y el límite es el tiempo y mi voz, que da para lo que da.

Me cuesta escribir letras y de hecho me importan poco frente a la música. En España no todo el mundo entiende el inglés y hace poco comentaba con unos amigos que de pequeño te emocionabas con música que no entendías, pero entendías la melodía, la harmonía y las inflexiones emocionales de la voz. Sabias si ahí había rabia, tristeza, felicidad… y la letra era una lectura secundaria.

Mi esfuerzo en estas semanas está en darle más peso a las letras, en buscar sonoridad, prosodia, subtexto, referencialidad y diferentes capas de significado. De hecho me voy mucho a lo abstracto, demasiado.

La canción que estoy escribiendo esta semana es sobre Leaving Las Vegas. ¿qué pasaría si Ben no hubiera decidido destruirse? ¿Como sería un domingo por la mañana en una nueva vida-refugio para Ben y Sera?