Advertencia, esta es una historia de privilegio.
Hace unas semanas me encontraba contando una historia a un grupo de estudiantes universitarios de Uruguay. La historia la he contado decenas de veces en mi vida. Siempre la he usado para ilustrar cómo uno puede encontrar su trabajo ideal de manera inesperada y para mostrar que a veces puede ser diferente a lo que uno ha estudiado. También para mostrar que la suerte normalmente también juega un papel.
Pero esta vez, después de 20 años de contarla, me hicieron una pregunta que no supe responder.
La historia es así, en resumen:
Había estudiado Ingeniería Industrial. Después de hacer mis prácticas pre-profesionales en el área de tintorería de una empresa textil muy importante, me encontraba en crisis existencial. Sentía que trabajar en una fábrica no era lo mío.
Estaba en eso cuando vi un anuncio de trabajo en una gran consultora que me pareció interesante. Fui con mi Currículum Vitae al centro empresarial donde pensaba que esa empresa tenía oficinas, pero me había equivocado de lugar. Frustrado y ya con el tiempo justo para irme, vi que en la relación de empresas en uno de los tantos edificios se podía leer “Hewlett-Packard”. No tenía idea que HP tenía oficinas locales, pero siempre había admirado esa empresa. Pensé algo como “bueno, ya tengo el CV en la mano y ya estoy aquí” y decidí dejarlo ahí.
Subí al piso 11 del edificio y en la recepción de HP hablé con la recepcionista y le dije simplemente ¨Hola, vengo a dejar mi Currículum¨, a lo que ella respondió ¨Lo siento, pero no estamos buscando a nadie¨. Por alguna razón, yo en ese momento solo dije ¨no hay problema, lo dejo de todos modos, por si acaso¨ y me fui.
Sin yo saberlo, una persona había renunciado ese día y quien sería mi jefe pasó por recepción y vio mi Currículum Vitae en la bandeja de entrada. Le dio una ojeada y decidió llamarme. ¿Por qué? Porque tenía experiencia en la tintorería de una textil y la posición requería conocer conceptos de teoría del color para las impresoras de gran formato. Y fue así como terminé trabajando en HP por más de 11 años y pude hacer una carrera en la industria de la tecnología.
Gran historia, 100% real, la actitud, la suerte y las coincidencias de la vida... Estar en el lugar correcto en el momento adecuado y todo eso. Lección de vida.
Pero ese día, una de las estudiantes me hizo la pregunta, entre bromas, “¿Y cómo te dejaron pasar si no trabajabas ahí?”. Y yo no tenía una buena respuesta, en verdad no me acordaba.
Es cierto que en esa época (año 1999 y antes de que nos volvamos todos paranoicos por la seguridad por el 9/11) las medidas de seguridad no eran tan modernas como ahora. Pero sí existían esos carruseles donde uno debe poner su tarjeta en el lobby de los edificios, además de las personas de seguridad cuyo trabajo era asegurarse de registrar los datos de cualquier persona ajena al edificio y confirmar que tuviera una reunión o una razón válida para subir a cualquier piso. Muchas veces yo recibí llamadas para autorizar esos accesos. Entonces, la duda era válida, ¿cómo fue que pude entrar?
Y rápidamente llegué a la conclusión de que la única explicación era que yo entré del lobby al ascensor sin problemas por ser un hombre blanco usando traje, de manera que las personas de seguridad no pensaron o no se atrevieron a siquiera preguntarme quién era y qué hacía ahí. En ese momento, el descubrimiento me impactó profundamente. Si yo hubiera estado vestido de otra manera o si tuviera otro color de piel, mi gran historia habría terminado en el lobby de una de las torres del centro empresarial cuando las personas de seguridad me invitaran a por favor retirarme con el CV en la mano.
Han pasado más de 20 años de ese momento y me ha tomado todo este tiempo darme cuenta de que mi historia no es trasladable a muchos otros. Supongo que es normal cuando uno existe toda su vida en una situación de privilegio sin notarlo. Cuando uno cae en la cuenta de estas cosas, lo primero que sucede es que comienza a preguntarse: ¿Habría llegado al mismo resultado si reemplazamos “hombre” o “blanco” por otra combinación de factores, de todas las cosas buenas que me han pasado? Estoy seguro de que en muchas ocasiones la respuesta es “sí”, pero en varias otras... creo que no.
No queda más que agradecer a la joven estudiante que me hizo esa pregunta. Ahora puedo reflexionar sobre muchas cosas y pensar de qué manera puedo ayudar siendo aliado de muchas otras personas en situaciones diferentes. Pues gracias a que han pasado ya más de 20 años desde esos primeros trabajos, ahora estoy en la capacidad de hacerlo.