Lanza el dodo

Tigris & Euphrates

Reiner Knizia, como el Sonic depravado del fanfic, tenía una meta. En este caso no era mantener relaciones sexuales con la totalidad de la población mundial, por suerte, sino era hacer un juego de cada temática que se pusiera de moda, pudiendo reaprovechar una idea de diseño de otro de sus juegos, y ganar billetes con las croquetas de mecánicas, que para algo el señor es matemático. En aquel momento ya había hecho una obra notable con el 95% de las mecánicas existentes.

¡Colocación de losetas! ¡Juego de civilizaciones! ¡Puntuación «a lo Knizia»! En Tigris y Éufrates tomaremos partido por un grupo étnico representado con diversos símbolos. Para cada grupo, dispondremos de losetas de cuatro posibles colores, que representan distintas profesiones y un líder de cada color dentro de cada grupo. En nuestro turno realizaremos dos acciones a elegir entre: colocar un líder en un espacio contiguo a una loseta roja (templo), colocar una loseta de las que tenemos en la mano, o descartar cualquier número de losetas de nuestra mano para poder recibir nuevas losetas. En caso de que coloquemos una loseta en una región cuyo color coincida con uno de los líderes de nuestra tribu, ganaremos un punto de dicho color. Además, si creamos una región de 2x2 de losetas de un color podremos crear un monumento de dos colores, el de la loseta colocada y otro a nuestra elección, que otorgarán un punto de cada color del monumento en cada turno a los jugadores cuyos líderes de esos colores estén en la región del monumento. A esto se le añaden luchas cuando se fusionan dos regiones que contienen líderes del mismo gremio (del mismo color), que serán lógicamente de jugadores distintos y que buscarán tener más losetas de su color en cada región y en su mano que el rival. De esta manera las regiones irán creciendo, fusionándose, mezclándose y destruyéndose conforme se desarrolla la partida, dando, de una manera muy abstracta, la sensación de desarrollo de civilizaciones. El juego tiene unas cuantas temáticas más, pero la guinda está con la puntuación final consiste en que durante toda la partida hemos ganado puntos de diferentes colores y guardado los puntos tras nuestra pantalla, y, sin embargo, nuestra puntuación final será el menor número de puntos de cada color que tengamos, con lo que no nos servirá de nada ir a por un único color, sino que tendremos mejorar cada puntuación equilibradamente.

Tigris (tigris), Éufrates (éufrates), todos quieren ser los campeones.

La tensión en esta partida empieza en el primer turno. La existencia dos elementos distintos (los colores o gremios y los jugadores o tribus) es un elemento distintivo para este juego de control de áreas y losetas, de manera que podrán estar en una misma región dos jugadores distintos siempre que sean de distintos colores. Esto crea de manera orgánica alianzas que sabes que tienen como fecha de caducidad el momento en que crezcan las regiones donde estén los mismos jugadores con los colores de los líderes intercambiados.

Además, la puntuación oculta hace que debas arriesgarte a desencadenar el final de la partida si consideras que has ganado, con el extra de que debes tener el mayor mínimo de puntos entre todos los colores, siendo el epítome de la puntuación «a lo Knizia», con su tendencia a ser el mayor entre el mínimo de un set, o el máximo sin pasarse de una puntuación…

El juego es un poco seco en el apartado estético, pero para qué más. Tiene su riachuelo como el portal de Belén, sus monumentos bicolores o sus pantallas de jugador para ocultar tus losetas y tu puntuación. Además, hay reimplementaciones con un aspecto más moderno como Yellow & Yangtze con un mapa hexagonado en lugar de cuadriculado, y Huang, que además incluye figuras.

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