Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

A mitad de camino de la justicia Divina

Yo vivo en un barrio pobre de ciudad Caótica, en el centro de una capital un tanto sucia y violenta. En ese conglomerado, vive un muchacho de unos veintiséis años, que deambula por las calles desde corta edad, el contacto con las amistades de la calle lo hicieron alcohólico, desaliñado, desnutrido y a veces colérico.

No es para menos, Toñito, así le dicen al muchacho, vivió bajo techo al cuido de su abuelita hasta que la anciana murió de complicaciones de la diabetes. Mientras tuvo el apoyo de su abuelita, Toñito vivió tranquilo como todo niño. Logró llegar al sexto grado de educación primaria.

Al morir la abuelita, un hijo desalmado de la ancianita, llamado Atanasio, cayó sobre la propiedad de la casa, y aprovechándose que su madre había muerto y no había escritura de propiedad, vendió la casa, y como Toñito estorbaba, lo sacó a la calle sin ningún tipo de conmiseración o lástima. Simplemente lo lanzó a vivir de la caridad del barrio.

Una parte de la justicia divina llegó el mismo día en que depositaron el dinero en el banco, producto de la venta de la casa. El hijo del desalmado Atanasio, murió en un accidente de tránsito.

Poco tiempo después, el viejo Atanasio se casó con la mujer del hijo que había fallecido en el accidente. Y pocos años después, el mismo hijo desalmado, murió de complicaciones de la diabetes, los riñones y los pulmones.

De ese momento triste en que tiraron a la calle a Toñito, han transcurrido casi dieciséis años. La segunda parte de la justicia divina debe ejecutarse con Toñito, liberarlo de las calles y del alcoholismo, darle una oportunidad para que comience una nueva vida y se rehabilite, alejándose de las drogas y el licor. También, darle un lugar donde vivir y pueda lograr la paz.

Esta pequeña historia es completamente real, pero los nombres se han cambiado.