Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

Asumir y darte cuenta que estás al borde de la tercera edad, que ya las fuerzas no son las mismas de antes, que sin embargo, tienes muchos retos y metas por delante.

Saber que todavía eres muy productivo, que eres más rápido haciendo o escribiendo, o pensando, a pesar de tus canas.

Saber que tienes un hijo en edad escolar que demanda atención, educación y esfuerzos para enseñarle el curso de la vida, y lo más importante, para ayudarlo a descubrir su destino, su horizonte, que la vida tiene muchas estaciones de tren, que todas llevan a cualquier parte si no tienes trazado un plan.

Saber que ese hijo te reemplazará, que hará las cosas bien, como vos no lo pudiste hacer. Que no tuve cabeza, pero él si la tendrá para tomar buenas decisiones, y ese es mi fin, ayudarlo a pensar bien, para escoger el sendero de Dios.