Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

El amor padre-hijo

Soy padre de un niño de ocho años, es bello y muy inteligente, se llama Joshua. Lo adoro. No por sus cualidades o cosas propiamente materiales. Lo amo porque me nace desde lo más profundo del alma.

Tengo otros dos hijos varones de un matrimonio anterior, también los adoro, pero la conexión más fuerte y especial ha sido con Joshua, el cual ven en la foto de abajo. Tengo problemas de entendimiento con la mamá de Joshua, yo no creo tener toda la culpa. Esto hace que mi relación con el niño sea complicada, aunado a los cambios de humor de la mamá, nada es previsible en cuanto a disponer de mi tiempo con el niño.

Le dedico el fin de semana completo a Joshua, y siempre que nos despedimos sus ojitos se ponen llorosos, y me dice adiós hasta que desaparezco en la vuelta de la esquina. Me parte el corazón.

Yo soy su padre y su amigo de juegos, trato de complacerlo en lo que puedo con su imaginación de inventos. Pido a Dios la salud necesaria para estar con él todo el tiempo necesario para que Joshua logre su madurez emocional, y en algún momento dado, su padre no le sea tan imprescindible en su vida.