Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

El misterio de la muerte

Hubo un momento mientras deliraba en la UCI, que deseaba morir, porque no aguantaba el sentirme encerrado, como atrapado en una bóveda, como si tuviera una lápida encima. Pero no tenía fuerzas para romper el vidrio de la muerte.

O al revés, la fuerza de la vida era superior a la fuerza de muerte. La desesperación de sentirme como encerrado en un ataúd, dio paso a la abertura paulatina de mis ojos y conectarme nuevamente a la realidad de mi entorno: una sala de hospital, un techo blanco, una cama, después a sentirme sujetado de las manos.

Siempre estaba preso, sujeto, a unos tubos plásticos y unas bolsas con medicamentos, pero al menos sabía que estaba vivo.

Nunca vi ningún túnel ni ninguna luz, solamente mi desesperación y miedo, episodios de mujeres amenazándome, terror, un sentimiento de estar ciego, secuestrado por maleantes en una lejana montaña, oyendo voces, las voces del personal de enfermería. Pero en aquel estado, se me antojaban voces sarcásticas, que buscaban como retenerme a fin de obtener algún provecho de mi situación. Todo era pura imaginación febril.

Varios días sentí que esa realidad podía ser falsa, un engaño. Veía los pasadizos del hospital, y pensaba que no había una salida. Que estaba enclaustrado, que todos jugaban el juego de hacerme creer que estaba vivo.

El misterio de la muerte, es el mismo misterio de la vida, porque cuando aún no habíamos nacido, ¿qué sentíamos? ¿qué pensábamos? ¿dónde estábamos?

Porque morir es mejor que nacer, porque al fallecer, heredamos una conciencia que no teníamos al nacer, nos llevamos consigo una historia, una conciencia, el alma despojada de la carne material y efímera.