Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

¿PARA QUÉ HE NACIDO?

Es mejor plantear la pregunta con un “para qué he nacido”, en lugar de un “porqué he nacido”. Dios nos colocó en este universo con un objetivo y nosotros somo los responsables de escribir el para qué. Los porqué son más difíciles de contestar, me parece que deja un amplio margen a la respuesta caprichosa y ambigua.

Hasta este momento de mi vida, he descubierto dos cosas: no debo vivir con miedo ni perturbar el derecho ajeno a ser libre como le dé en gana, siempre y cuando no me perturbe a mí. Esto último, ¿no es vivir una vida de completa indiferencia ? Es sabroso no meterse en los problemas de los demás, pero si esos problemas también me afectan a mí, y al vecino, y al vecino del vecino, ese problema no es un asunto solamente de mi incumbencia, sino algo que puede hacer que arda la aldea.

Vivir con miedo no permite pensar con claridad, ni me deja establecer los límites en mi participación con los grandes problemas de la humanidad. Imaginemos que nadie se atreviera a poner el dedo en la llaga y todos los seres humanos callaran ante el desastre ambiental que provoca la descarga de plástico a los ríos y océanos, que hiciéramos caso omiso de las alertas ante los contagios de #COVID por no portar mascarillas, ni establecer el distanciamiento social.

Otro grave problema global son los diferentes tipos de gobierno, los hay democráticos, dictatoriales, de izquierda, de derecha, de centro democrático, hay gobiernos teocráticos, socialistas, y un muy largo etcétera. Cada gobierno, cada país es un pequeño feudo, y si a esto le agregamos los intereses de las grandes #multinacionales, tipo Google, Amazon, Facebook, Tencent, nos volvemos locos, y por eso el mundo está patas arriba.

Veamos esos problemas que trascienden las fronteras como la crisis ambiental generada por los plásticos, el consumo millonario en drogas (llámense cocaína, anfetaminas, opio, etc.) por parte de millones de adictos y el consecuente comercio que atraviesa las fronteras desde los países productores a los países consumidores. Apenas estoy aprendiendo a pensar en los problemas y no en cómo resolverlos. Todo esto me indica que efectivamente, no he nacido para ser feliz, porque un mundo en este contexto no puede hacer seres humanos felices, sino desdichados y preocupados.

Desde que me despidieron, mi vida ha sido como un barco, moviéndose al vaivén de las olas y buscando un puerto seguro, el que no he podido encontrar todavía. A lo largo de estos meses, sin embargo, he tenido más tiempo para pensar y leer un poco. Disfrutar la compañía de mis seres queridos ha sido un bálsamo y tratar de salir de mis problemas económicos ha sido otro tanto de mi lucha diaria. Puedo decir que el despido fue una bendición, me abrió las puertas a mis pensamientos y mis elucubraciones tan valiosas, ha sido un despertar a lo que tenía dormido en mi cerebro. La rutina era mi peor enemiga, hacer lo mismo cada día, me adormecía y me hacía vivir anestesiado. Abrí mis venas, abrí el cofre de mi cerebro y estoy aprendiendo a pensar, aunque sé muy bien que soy un cavernícola al lado de tantos pensadores y filósofos, el mero hecho de empezar a pensar es ganancia.

La primera etapa después del despido se caracteriza por la preocupación en los temas materiales, económicos, las deudas, el trabajo, el sustento diario. Ahorita estoy en una segunda etapa, iniciando a pensar en asuntos más importantes, a ver que lo que me sucedió, el despido, no es algo tan mortalmente insuperable, sino solamente, un pequeño escollo en la vida. Hay aspectos mucho más relevantes que la parte económica de cómo voy a vivir para pagar el internet, la electricidad, la comida, el colegio de mi hijo, la gasolina del carro y tantas cosas que se me escapan.

Sin embargo, la comparación de mi vida con el barco viene del versículo de la Biblia en que Jesús llama a Pedro para que camine en el lago hasta el barco, pero Pedro tiene miedo. Al nacer todos tenemos asegurado el precioso evento de morir, el descanso eterno, la puerta de acceso al conocimiento de Dios. Esto nos debe motivar a no tener miedo.

Mientras caminemos en este mundo lleno de inmundicia, debemos pensar en que nuestro deber es aportar un granito de arena al cambio. Por ejemplo, yo vivo en Ciudad Caótica, gobernada por un régimen neroniano, draconiano, injusto y malvado. El estado actual-de-cosas no me permite alzar la voz más allá de mi boca, es peligroso, pero eso no implica que no vea la injusticia y la crueldad. A veces, pienso que no sirve de nada manifestarse en las redes sociales, algo inútil y estéril, pero ¿de dónde vendrá el cambio?, también visto de esta manera: ¿cómo podemos iniciar un cambio a escala local y luego hacerlo global?

Los cambios se concretan muy lentamente, pero de forma inexorable. Los imperios aparentemente fuertes, caen absorbidos en sus propios errores y eso es lo que esperamos en el siglo 21. Sin embargo, las soluciones no vendrán de que los imperios caigan, los problemas no están en las manos de los imperios, los problemas son globales y de índole multi-factorial.

Entre las variables que dificultan un ordenamiento en todo el planeta, se tienen las siguientes:

1-Múltiples formas de gobierno
2-Desarrollos económicos dispares en las regiones
3-Economía basada en recursos no-renovables
4-Alta dependencia de los combustibles fósiles
5-Amplios sectores viviendo en pobreza extrema
6-Discriminación étnica y de clase social
7-No respeto por la vida humana mucho menos por la animal

Si algo me ha conmovido en estos meses ha sido la tenacidad con que algunos grupos defienden que el aborto es un derecho, y que el poder elegir la interrupción de un embarazo, digámoslo más crudamente: decidir matar a un bebé no nacido, es la quinta-esencia de todos los derechos.

Así pues, me planteo, he nacido para darle voz a los que no tienen voz ni pueden defenderse, como lo son los niños en el vientre materno. He nacido para promover el cambio de valores y paradigmas en este planeta que se desmorona, no por la vía de la violencia y de la muerte, sino utilizando el megáfono de la verdad, denunciando las mentiras y las manipulaciones de los grupos con intereses económicos globales.

He nacido para pensar y escribir, pero no estupideces como las que se pueden leer en Twitter o Facebook, sino escribiendo pensamientos que construyan y edifiquen.