Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

Revelación de sábado

Tengo varios meses en que los sábados nos levantamos temprano, casi a las 3 de la madrugada para ir al mercado y comprar queso, para el negocio que lleva mi esposa.

Salimos los tres, mi hijo pequeño, mi esposa y yo; ya es una costumbre. Hoy tuvimos el contra-tiempo que el proveedor del queso se le olvidó enviarlo desde la fábrica. Nos preocupamos porque de no poder enviar el queso, íbamos a quedar mal con el cliente, un restaurante que lo utiliza bastante en los platillos.

Mientras esperaba a mi esposa que andaba buscando otro proveedor de queso en el mercado, tuve una especie de revelación. Yo siempre repito: “confío en ti Señor Jesús”.

Miré a través de la ventana del carro a mi hijo, medio dormido, y me dije: cuántas decisiones (buenas y malas), cuántos sacrificios he hecho para verlo crecer, cuántas situaciones vividas para verlo del tamaño que está, tiene siete años, recién ha aprendido a leer de corrido, y está avanzando en la escuela.

Pensé que igualmente, Dios no iba a sacrificar a su Hijo Jesús, en vano. Me puse a pensar: “es imposible que Dios envíe a su Hijo Unigénito para que su muerte en la cruz, siendo ofendido, maltratado y humillado, fuera un acto inútil, sin ningún propósito”.

Así como yo me he sacrificado para que mi hijo tenga un propósito en la vida, que menos Dios el Creador de todo. El sacrificio de Dios al enviar a su Hijo, no puede ser en vano, nunca. Y todo lo prometido se cumplirá al pie de la letra. Y una de las promesas es la Jerusalén Celestial. Apocalipsis 21: 1 dice lo siguiente: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva -porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya”.

Posiblemente otro tema de conversación sea el significado del mar en Apocalipsis.

Finalmente, el queso fue enviado a tiempo al cliente.