Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

Terremoteado

Como hoy un 22 de diciembre de 1972, los que vivíamos en Managua, amanecimos en escombros, rodeados de madera y bloques desperdigados, bajo un intenso frío después de una jornada de calor el día anterior.

La mente de un niño de nueve años tiene mucha plasticidad, y no está sometido al estrés de lo que sucederá el día después. Así son los niños, con esa inmensa capacidad de asimilar todo, y poder de adaptación.

No recuerdo intensamente mis sentimientos, pero sí que sentí mucho miedo cuando quedé soterrado y creí que nadie me salvaría debajo de los escombros. Después de eso, a lo mejor, tristeza y espanto, al saber que todo mi mundo hasta entonces, se había derrumbado.