Pensamiento sistémico
La doctora en Biofisica Donella H. Meadows
fue una científica ambiental experta en dinámica de sistemas. El Club de Roma
encargó al MIT
un informe que dirigió la doctora Meadows coordinando a 17 profesionales. El informe fue llamado Los límites del crecimiento
y fue publicado en 1972. Este ya famosos documento alertaba de los crecimientos económico y demográfico desbocados. Apoyándose en el World3, modelo de simulación implementado en un programa informático, proyectaron en el futuro algunas variables (como por ejemplo el agotamiento de los recursos o la contaminación) que daban 12 escenarios posibles (en función de la acción humana sobre el ecosistema) entre los años 1972 y 2100. Te invito leer el informe y a pensar, como hice yo, cuánto de lo sugerido se ha llevado a cabo.
El libro Thinking in Systems circuló varios años como un borrador de manera informal, hasta que fue rescatado y reestructurado por compañeros del Instituto de Sostenibilidad y editado en 2008, algunos años después del fallecimiento de Meadows.
Las pegatinas de las caras rojas sonrientes las pegó una criatura que no se bajaba de mis rodillas en la época en la que leí este libro por primera vez. Y, cómo no, también está llenico de notas y subrayados.
El libro es una estupendísima introducción en 7 capítulos al pensamiento sistémico. Meadows reconocía la contribución de algunos colegas del MIT que enriquecieron su pensamiento (Jay W. Forrester
o Peter M. Senge
) pero también fuentes de sabiduría ancestral (indígenas americanos o sufíes de Oriente Medio).
Cuando leí el primer capítulo fui plenamente consciente de lo mal que enfocaba la resolución de mis desafíos personales y profesionales, siempre centrado en el síntoma y no en su raíz, ofuscado en alguna de las partes sin tener en cuenta todas las demás ni sus interacciones. Meadows enseña de manera sencilla que los sistemas son siempre más que la suma de sus partes, con un papel fundamental de los bucles de retroalimentación y las reglas del juego (más que los jugadores)
Claro que los sistemas están dentro de los sistemas, por lo que es importante elegir dónde trazar los límites cuando pensamos en esos sistemas. Meadows pone énfasis en Meadows destaca tres importantes características de los sistemas: resiliencia (imagino lo que a la doctora le hubiera gustado conversar con Taleb
sobre la antifragilidad de los sistemas) , autoorganización y jerarquía. La belleza de los sistemas, dice, su armonía en funcionamiento.
También explica el libro cómo tratamos de entender los sistemas mediante representaciones (mapas, esquemas o modelos mentales). Estas representacuones son limitadas en comparación con el complejo mundo real. Aunque cita al estadístico George E.P. Box
que decía “Todos los modelos son erróneos, pero algunos son útiles”.
Un capítulo que me resultó útil para mi trabajo es el de los arquetipos que aparecen una y otra vez en los sistemas. Esto ayuda a encontrar puntos de apoyo para intervenciones eficaces en los sistemas (aunque advierte la autora que no corramos el riesgo de ver el sistema como un conjunto de partes arquetípicas, perdiendo de vista la singularidad de cada sistema)
El sexto capítulo incluye 12 puntos a partir de los cuales se puede promover un cambio del sistema, que la propia Donella había presentado en un artículo en 1997.
No puedo negar que exprimí este libro a base de bien. Aunque eso no me convierte, por supuesto, en un pensador sistémico de postín. Como advierte Meadows, entender de pensamiento sistémico no te permitirá predecir ni controlar un mundo impredecible e incontrolable. Me sirvió para darme cuenta de cosas que ni sospechaba. Y su lectura fue un paso muy importante en mi reconversión cerebral.