Un blog de Rita Arosemena–Perez sobre minimalismo y autonomía

No es cuánto ganas, sino cuánto gastas

El dinero es algo extraño. Puede ser la fuente de tu alegría o de tu sufrimiento, dependiendo de cómo lo manejes. La única diferencia entre disfrutar o temer cobrar cada mes se resume a un factor: cuánto gastas.

Recuerdo la excitación cuando pagué más de $300 dólares por un par de audífonos Sony con cancelación de ruido. Me sentí tan importante y madura...

Tenía otro par –perfectamente funcional– en casa. Fue uno de esos gastos impulsivos que nunca llegas a justificar del todo, y que duele ver en los estados de cuenta.

Desafiando la convicción del patrimonio

La capacidad de gestionar el dinero no se rige por lo que se gana, sino por lo bien que se gestionan las finanzas.

Las personas que ganan más dinero, pero tienen poca inteligencia financiera, acaban gastando más y ahorrando menos en comparación con las que perciben menos ingresos, pero tienen más inteligencia financiera.

¿En qué grupo estoy? Me gusta pensar que voy “arrastrándome” lentamente del primer grupo al segundo, con todo y mis heridas de bala.

La inteligencia financiera requiere algo más que conocimientos generales.

Claro que necesitas saber cómo consolidar tus cuentas, hacer un seguimiento de los gastos recurrentes, llevar un presupuesto, automatizar tus pagos si es posible, para que no te olvides de pagar las facturas a tiempo…

Pero, ¿sabes qué es mucho más importante? Establecer tus valores y objetivos en relación con el dinero.

¿Realmente quieres gastar miles de dólares al año en cosas que no necesitas?

Tal vez pienses que una casa propia es importante para tener estabilidad, pero ¿merece la pena asumir un préstamo hipotecario que te esclavizará buena parte de tu vida y con el que, además, terminarás pagando el doble en intereses?

“Si soy lo que tengo, y lo que tengo lo pierdo… ¿Quién soy?” – Wayne Dyer

Tu casa no va a ser nueva para siempre. Aunque el argumento popular es que los bienes raíces siempre se valorizan, pueden pasar infinidad de cosas que perjudiquen tu inversión en el mediano o largo plazo.

De hecho, ya están pasando: cambio climático, conflictos sociales, inflación...

Hasta puede que ya no quieras vivir en el mismo lugar dentro de 5 o 10 años, y que lo único que te impida hacer las maletas sea la dificultad de vender una casa que nadie quiere.

Así que, ¿de verdad es tan buen negocio empeñar tu futuro?

El dinero (mal usado) resuelve poco

Cuando se trata de obtener el control de tus finanzas personales, es importante entender que ganar más dinero o aumentar tus posesiones no es la solución a ninguno de tus problemas.

Cualquier efecto positivo o sensación de bienestar producto del mero hecho de comprar algo, es temporal.

En mi experiencia, cuando te convences de que tus problemas se resolverán comprando, solo intentas desviar la atención del verdadero problema.

En mi caso, he hecho compras impulsivas tratando de validar mi capacidad para tomar decisiones por mí misma y ser independiente.

¿Lo irónico? Las compras impulsivas son una de las peores ideas cuando quieres consagrar tu independiente financiera. Si no le debes a Pedro, le deberás al banco.

La falta de inteligencia financiera puede conducir a malas decisiones de gasto y ahorro, sin importar cuánto ganes. Y del mismo modo, los buenos hábitos de gasto y ahorro pueden conducir a una mejor calidad de vida, más libertad y menos preocupaciones, no importa cuánto ganes.

La verdad es que no hay nada malo en querer tener un nivel de vida decente. Necesitamos dinero para vivir, es tan sencillo como eso.

Pero cuando dejamos que se convierta en un objeto de deseo -y nos pasamos la vida acumulando- perdemos de vista lo importante.

Puedes cambiar tu mentalidad y encontrar significado más allá del dinero o los objetos materiales.

Toma la decisión, y habrás superado uno de los mayores lastres de la historia humana: la obsesión con lo superfluo.

#autonomía


© por Rita Arosemena–Perez. | ¿Algún comentario? Encuéntrame aquí: LinkedIn | Email

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