Recuperando el sentido
En algún punto de mi vida, dejé de preocuparme por el dinero. También dejé de obsesionarme con la idea de ser una persona altamente productiva –lo que sea que eso signifique–.
Ahora, estoy obsesionada con encausar mi existencia. Me entusiasma convertirme en un ser humano medianamente decente, y con eso me refiero a:
- Alguien que no empeora las cosas para otras formas de vida.
- Alguien que se hace responsable de su huella de carbono, y toma acciones al respecto.
Aunque soy una persona optimista, no creo que los humanos seamos una especie privilegiada o que destaquemos por nuestra inteligencia. Basta con mirar alrededor, y ver que somos la única especie incapaz de progresar sin destruir su entorno.
No es la referencia ideal para un candidato a mudarse de planeta.
No me urge dejar un “mejor futuro” a mis hijos. No planeo tenerlos –al menos, no serán biológicos–. Tampoco estoy segura de que nuestros esfuerzos salven a la Tierra, pero estoy convencida de que se salvará sola –aunque no estemos aquí para verlo–, y eso me tranquiliza.
Por encima de todo, recupero el sentido porque quiero. El planeta no debería tener que pagar por mi incompetencia, y una vez que te das cuenta de eso, pierdes 10 kilos de estupidez.
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© por Rita Arosemena–Perez. | ¿Algún comentario? Encuéntrame aquí: LinkedIn | Email
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